Nací en Buenos Aires al filo del año en que moría Sigmund Freud. Por lo tanto, los escenarios históricos de mi infancia fueron la Segunda Guerra Mundial (referencia obligada por mis abuelos suizos, italianos, irlandeses) y el nacimiento del peronismo en la Argentina.
Me eduqué en la excelente escuela pública sarmientina de esa época y los nombres tutelares de esos colegios ejercieron duradero efecto en mi pensamiento: Florentino Ameghino, primer científico argentino de relieve, Martina Silva de Gurruchaga, patriota de las guerras de la independencia y Mariano Moreno, líder de la Revolución de Mayo y fundador del republicanismo en la Argentina. (Y de su primer periódico, y de la Biblioteca Nacional.)
Estudié medicina empujado por un deseo familiar y una cierta idealización de esta carrera, pero no bien me recibí me incliné por la psiquis, sin olvidarme sin embargo, del cuerpo. Me formé en psiquiatría con Mauricio Goldemberg, que marcó toda una época en la asistencia y la enseñanza psiquiátrica en la Argentina, que lamentablemente, por diversos motivos, no fuera continuada por sus discípulos.
Y paralelamente, en psicoanálisis, en la Asociación Psicoanalítica Argentina, pudiendo recibir la influencia de sus principales maestros, como Pichón Riviere, Garma, Rascovsky, los Baranger, Mom, Bleger, Aberastury, Racker, Liberman, entre otros, a cuyas obras y estilos epistemológicos les dediqué después un ensayo en el capítulo final de mi primer libro, La extensión del psicoanálisis, de 1994, rindiéndoles un necesario homenaje y reconocimiento.
En el plano de lo institucional, fui primero representante de los candidatos en el Instituto de Psicoanálisis, y después de graduado, coordinador del Departamento de Familias y Parejas en su inauguración, junto con los Dres. Augusto Picollo y Edmundo Zimmerman, con quienes hicimos aportes teóricos al concepto de inconsciente en familias y parejas.
Tiempo después sobre esos temas publiqué mi libro Parejas y Familias. Psiquismo extenso y psicoanálisis ínter subjetivo, en 2003. Los conceptos teóricos a los que me refiero tienen su raigambre en las ideas de Pichon Riviere, pero fueron construidos en el ejercicio de la clínica y quedaron acuñados como “malentendido básico inicial” en el caso de las parejas, y como “tramado inconsciente relacional identificatorio”, (TIRI), para el caso de las familias. Constituyéndose sobre líneas de base freudiana, más conceptos interaccionistas y también del pensamiento lacaniano, pero sin apelar a la corriente estructuralista en boga en ese entonces.
Fui también secretario científico de la A.P.A. Mi aporte fundamental allí fue conseguir que los miembros se auto postularan para todas las actividades científicas, haciendo sus propuestas según sus pareceres, a diferencia del criterio anterior, en el cual dichas actividades eran cubiertas por las preferencias (de todo tipo) de los directivos de la institución.
Antes había sido secretario científico de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Más tarde ejercí la presidencia de la Asociación Argentina de Epistemología del Psicoanálisis, lo cual implica registrar el rigor científico en el propio campo del psicoanálisis, lo que desde ya incluye un importante ejercicio inter disciplinario. Ahí me incline por una epistemología propiamente psicoanalítica, independiente de la influencia de la epistemología positivista proveniente del modelo de la física, lo que en esos años fue tema de debate en los congresos internacionales de la I.P.A.
Muchos años después contribuí a fundar dos instituciones psicoanalíticas, a las que posteriormente renuncie, en la medida en que no pudieron cumplir, también por diversos motivos, los objetivos creativos propuestos: un desarrollo dentro de A.P.I. que no fuera regresivante en la formación de sus aspirantes, agregando al clásico trípode (psicoanálisis personal, supervisión, seminarios teóricos) una cuarta y sólida pata, mediante coloquios permanentes de material clínico, pero no solo de los “candidatos”, sino de todos los miembros experimentados de la institución por igual. Paralelamente con esta característica científica debe conseguirse otro objetivo: una construcción institucional donde contribuyeran por igual todas las categorías académicas, incluyendo a los propios aspirantes, sin que ello implique anular las diferencias de creatividad y de experiencia de cada miembro.
Con esas modalidades he trabajado en la docencia, como profesor del instituto de psicoanálisis de la A.P.A., y en otros lugares, con mucho reconocimiento, según se me ha señalado. Pienso que es debido a esa actitud.
A partir del retorno de la democracia en Argentina fui también profesor de Salud Mental y Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
En cuanto a mi restante producción, además de los dos libros ya mencionados más arriba, he publicado los siguientes otros: Crítica de la sublimación pura. Ensayos psicoanalíticos sobre la creatividad. (2002), Familia, psicoanálisis y sociedad. El sujeto y la cultura. (2005), La transformación del psicoanálisis. (2013), y últimamente, en 2017, El narcisismo, lugar común, en edición de autor. He participado en libros colectivos, de los cuales deseo destacar Aportaciones al concepto de objeto en psicoanálisis, de W. Baranger y cols., en 1980, y en 2013, mi participación en la enciclopedia Viaje a la complejidad, editada en España en 4 volúmenes, (bajo la dirección de N. Caparrós y R. Cruz Roche) con cuatro trabajos sobre complejidad y psiquismo, psicoanálisis y complejidad, psiquismo extenso y psicopatología psicoanalítica.
Esta lista me permite reflexionar sobre mis trabajos con el psicoanálisis. Soy intelectualmente un pluralista, que piensa que nuestra disciplina se construye desde su base freudiana e incorporando a su pensamiento a señalados autores como M. Klein, D. Winnicott y J Lacan.
Mi identificación con Freud es enorme, y quizá por eso he propuesto modificar algunos de sus conceptos en un sentido que creo que es más freudiano que el que él pudo plantear en los comienzos. Por ejemplo suprimir el concepto de sublimación, abolir el de psicoanálisis aplicado, considerar que no hay una identificación fundante, sino muchas, y que también son en parte alienadoras, optar por alguna de las alternativas en las que pueden quedar dudas en Freud, (por ejemplo, en el trabajo que presento se menciona en esa dirección al ideal, y al devenir tanático no como pulsión aparte, sino como la desligadura de la pulsión de vida). Entre otras cosas. Como el concepto de inconsciente en parejas y familias. O como la idea de psiquismo extenso, en el trabajo presentado, siendo ese uno de los motivos por el que elegí hacerlo.
Creo que mi deseo es pensar en psicoanálisis, como una disciplina fundante. Y darlo a pensar.